Trabajar en Noruega

Era 2013. Al final hemos encontrado «el trabajo de nuestros sueños». Trabajar en una fábrica de pescado en Noruega. Odio el olor del pescado y lo como solamente para complacer a mis suegros españoles. Pero aquí nadie me ve y puedo mostrar el odio que tengo al pescado. Es viernes. Nuestro jefe nos hace una visita guiada por la fábrica. Yo, toda una señorita… durante la visita guiada estoy pensando si voy a usar maquillaje y un bonito peinado en la fábrica o no.

Estoy contenta porque pienso que tengo todo el fin de semana libre para asimilar lo que he visto en la fábrica de pescado. Fin de semana libre para relajarse, olvidar los ojos, las tripas y lo asqueroso que es todo lo que he visto… Pero no es así… No se muy bien que pasa, pero con el jefe de la fábrica nos hemos despedido a las 17:00 y son las 22:00 y nos llaman para trabajar.

Los barcos de pesca acaban de llegar al puerto después de pescar todo el día. El pescado no puede esperar cuando uno le da la gana de trabajar. Hay que limpiar el pescado ahora mismo. Vivimos a 15 km de la fábrica y 22 minutos por un camino sin asfaltar y nevado. El único camino que conecta la pequeña isla dónde vivimos (Nyksund) con el pueblo donde está la fábrica de pescado. Nunca me vestí tan rápido como ese día; un mono impermeable y encima una chaqueta naranja de goma fina y muy fea. Ese era mi «vestido de gala» para el viernes y todo el fin de semana. Cuando me lo vestí por primera vez, no tenía ni idea que sería el único vestido para toda la temporada de invierno en la fábrica de pescado.

Hemos llegado a la fábrica. Estamos en el ártico de Noruega. Es enero, hace el mismo frío fuera que dentro de la fábrica. Frío, todo helado y húmedo. Y además hay que trabajar y rendir. No puede ser!!! Esto es una pesadilla. Ni siquiera sé cómo, pero aparece un cuchillo grande en mi mano y tengo que colocar la cabeza de bacalao en un pincho y con una técnica le tengo que cortar y sacar la lengua…

La mayoría de los trabajadores son hombres. Trabajamos toda la noche… Antes de empezar a trabajar nos han dicho que en la fábrica hay tareas que se pagan por kilos y otras tareas se pagan por horas de trabajo. Es fácil caer en la ilusión de cuánto puedes ganar en tres meses, si cuentas desde tu casa, en tu cómodo sofá debajo de las mantas. Pero una vez ahí viene el golpe de realidad y lo único que piensas es
que quieres escapar. En aquellos momentos cualquier lugar es mejor que donde estás. La primera noche ha sido muy dura, pero reveladora. En toda la noche he logrado solamente cortar 9 kg de lenguas de bacalao – cocochas. Antes había escuchado que puedo hacer cientos de kilos, pero mi realidad eran solo 9 kilos. No tenía una técnica adecuada para cortar las lenguas.

Después de toda la noche trabajando cuando regresé a casa, me dolía todo el cuerpo, mis manos estaban congeladas. Creo que lloraba, pero más que el dolor físico era el dolor psicológico. Lloraba por mi ego, tan profundamente dañado. La realidad de la experiencia extranjera me ha abofeteado con toda su fuerza. He acabado estudios universitarios, he obtenido becas por obtener buenos resultados, estudiado en dos universidades y estaba orgullosa de escribir mi título delante de mi nombre. Durante toda mi vida estudié duro y en buenas escuelas para no terminar en una fábrica así. En mi familia los estudios ha sido lo más valorado.

Es enero, época de las noches polares cuando no sale el sol. Estoy en el Ártico de Noruega, y mi realidad hoy no es mi título universitario ni mis grandes estudios. Yo soy un don nadie aquí. Soy un trozo de papel en blanco. Puede ser que un principio de un drama personal que se integrará profundamente en mi personalidad? ¿O lo convertiré todo en una tragicomedia? La casa dónde hemos vivido tenía un aislamiento pésimo. Después de la primera larga jornada en la fábrica congelada, hemos llegado a la casa fría…

Llamo a mis padres por Skype y no puedo esconder el intenso dolor. Y como todos los buenos padres me dicen: Vuelve a casa! No dependes de una vida así ni de un trabajo como ese! Que maravillosa puede ser la vida de un cobarde, de un perdedor… arrancar el coche y desaparecer del ártico de Noruega y de las noches polares. Fuera de mi nueva realidad. Lejos de las tripas del pescado y de sus ojos muertos que me están mirando fijamente con un mensaje: despierta y vive tu vida mientras puedas. Que hermosa puede ser la vuelta a casa. Abrazaré a mis padres, mi madre me hará una buena comida, mi padre calentará nuestra bonita y grande casa y todos vamos a hablar que mala es la experiencia en el extranjero.

Trabajar en una fábrica de pescado en Noruega 1ªParte
Cuando era profesora

En un par de meses estaré de vuelta en un buen trabajo, con mi título delante de mi nombre, con mis tacones, blusa y americana. Con un buen peinado y un bonito maquillaje. Vuelta en mi país, en el mundo que yo conozco, entiendo y dónde se habla mi idioma materno. Todo volverá a ser fácil y colorido. En un mes todos los miembros de nuestra familia hablarán de lo mala y dura que es la experiencia en el extranjero, tal vez en 2 meses lo mismo hablarán incluso las personas que me conocen desde mi niñez. Porque la mala noticia es muy poderosa y contagiosa. Pero en lo más profundo de mi alma, escondiéndome detrás de mi título universitario, sabría que fui yo quien perdió. La lucha personal con mi fuerza y mi ego. Esta primera noche en la fábrica era como renacer. Me marcó mucho. Como si mi vida empezara a contar desde cero. A ese día yo lo llamo el día cero. Ese día lo llamo el día en que empezó la vida fuera de todo lo que antes para mi era normal. Y yo me asigné unas tareas muy difíciles de cumplir:

  1. Dar siempre lo mejor de mí
  2. A pesar de lo difícil que sea el trabajo o circunstancias, tengo que divertirme a lo largo del mi camino laboral y personal
  3. Vivir una vida lo más libre posible, no depender de nadie ni de nada, y para lograrlo, tengo que quitarme la comodidad
Trabajar en Noruega

2ªParte de la historia

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